La historia de la navaja como cuchillo plegable es universal y antigua. Sus restos se han encontrado en los ajuares de sepulturas de incineración ibéricas de la Segunda Edad del Hierro y en las excavaciones romanas de los últimos años del Imperio. Si bien la navaja española como instrumento de uso generalizado entre la población aparece a finales del s. XVI y principios del XVII, debido a que podía llevarse oculta fácilmente.
Sin embargo, las primeras referencias documentales de la existencia en Albacete de cofradías de carpinteros, tejedores, herreros, espaderos y cuchilleros datan del s. XV. De hecho, el primer artesano cuchillero del que se tiene noticia fue un tal Alonso Fernández.
Ya en el s. XVI, en plena expansión de Albacete, una de las villas más prósperas y modernas del entorno, se conocen numerosos nombres del oficio destacando los Torres, cuchilleros, y los Arias, espaderos.
Y si bien es en el XVII cuando se generaliza el uso de navajas y aumenta su demanda al igual que la de espadas, armas cortas y tijeras de escritorio. El XVIII es, sin duda, el ‘Siglo de Oro’ de la cuchillería albacetense y de la navaja española. Son los años de los grandes maestros del oficio y la ciudad se convierte en uno de los centros cuchilleros más importantes de la Europa de entonces.
La llegada del ferrocarril a Albacete (s. XIX) favorece su comercialización, al facilitar y abaratar el transporte de las materias primas y del producto acabado. En la estación, surge la figura del ‘vendedor con cinto’ y la cuchillería albacetense se da a conocer en toda España y en diversos lugares de Europa. Pero, paralelamente, el agotamiento temporal de los aceros, la existencia de restricciones y prohibiciones legales en relación al uso y tenencia de armas blancas y la competencia de la cuchillería extranjera hacen pensar en cambios.
Así, con la llegada del s. XX, la navaja se transforma en una herramienta, reduce su tamaño, y su tipología y etilismo se diversifica para adaptarse a los nuevos tiempos. La cuchillería albacetense entra en crisis. Y, en el transcurso del último cuarto de siglo, casi todos los talleres unipersonales y familiares de la ciudad cierran por culpa de las sucesivas reglamentaciones restrictivas, la aparición de nuevos gustos estéticos, la utilización de nuevos materiales y la serialización en la producción. No pueden competir con las industrias mecanizadas, ubicadas, la mayoría, en el polígono industrial Campollano ni adaptarse a las nuevas necesidades ni a las modas.
Hoy en día la cuchillería albacetense atraviesa por dificultades, cómo otras muchas industrias españolas, ante la invasión masiva de los productos de manufactura asiática.