El pan, el aceite y el vino constituían la ‘tríada’ que, en la Antigüedad clásica, se servía como regalo divino y se relacionaba con los dioses Deméter, Atenea y Baco, respectivamente. Del mismo modo, pan, aceite y vino son los tres alimentos básicos sobre los que se sustenta la tan famosa dieta mediterránea y, cómo no, también la mallorquina.
Debido a su ubicación y orografía, la isla de Mallorca ha incorporado a su gastronomía una gran variedad de productos propios de esta saludable dieta. De ahí que la cocina mallorquina se caracteriza por ser muy variada y, sobre todo, por tener muy presentes los productos de su tierra y por ‘beber’ siempre de su historia.
Así, de la tradición de una isla con unos valores que han perdurado a lo largo del tiempo, surgen las recetas tradicionales que junto con los ingredientes naturales de la isla dan lugar a platos que quienes los prueban jamás olvidarán.
El primero de ellos, y uno de los más típicos de Mallorca y de la dieta mediterránea, el ‘pa amb oli’, consistente en un ‘pan payés’, acompañado por aceite, sal y embutido. El ‘pan payés’, por su parte, es el pan tradicional de la isla, sin sal, que se suele servir también con tomate rallado y junto a embutidos variados.
Y si bien el ‘trempó’ es la ensalada representativa del verano mallorquín, la ‘coca de trempó’ es un plato muy extendido por toda la Península, pero que tiene su origen en la isla mallorquina. Está elaborada sobre una base hecha de harina, huevo, agua, aceite, mantequilla y sal, a la que se la añaden pimientos rojos, pimientos verdes, tomates, cebolla, pimentón, aceite de oliva y sal. Puede tomarse como aperitivo o como entrante.
La sopa mallorquina típica de la isla se prepara también a base de verduras, en ella no faltan ni la cebolla ni el pimiento, y suele llevar bastante ‘pan payés’ cortado en rebanadas muy finas. Lo que la convierte en un plato, a veces, sobradamente espeso que algunos y algunas prefieren tentar con tenedor. Es una vianda ideal para empezar a comer.
Otro manjar que hace gala de la huerta mallorquina, ya que está elaborado a partir de verduras de la zona y, por tanto, es apto para vegetarianos, es el ‘tumbet’. Presentado en una cazuela de barro, se fríen calabacines, berenjenas y patatas, y se añade una salsa hecha a base de tomates maduros, ajos, aceite y sal. Actualmente, también se suele acompañar con distintas carnes o pescados.
El ‘arrós brut’ es es un arroz caldoso caliente que se prepara, también, en cazuela de barro, con guisantes, judías, tomate, carne de conejo o de pollo y embutidos, aunque estos ingredientes pueden variar según la temporada. Durante el cocinado, el arroz adquiere un color oscuro, de ahí el nombre de ‘arroz sucio’ o, en mallorquín, ‘arrós brut’.
Un plato que ya se cocinaba en el s. XIV y que, por tanto, es una de las recetas más antiguas de la isla, es el frito mallorquín, y que según la estación del año puede elaborase con más o menos verduras. Básicamente, se compone de eso, de verduras y asadura de cordero (corazón, pulmones e hígado), cortada en trocitos muy pequeños, aunque ésta puede ser sustituida por carne, principalmente asada.
A quiénes les gusten los gasterópodos terrestres, disfrutarán sobremanera con unos sabrosos caracoles a la mallorquina, que se sirven acompañados de patata y un caldo de hierbas a base de perejil, ajo, hinojo, hierbabuena y guindilla.
Para los amantes de la carne de porcino, en Mallorca se cría una raza autóctona de cerdo, el ‘porc negre mallorquí’ o cerdo negro mallorquín, de ahí que su carne sea un ingrediente habitual en muchos platos tradicionales como la lechona asada a la mallorquina. Se trata de simple lechón asado y sólo se sirve en grandes fiestas o celebraciones especiales.
Sin embargo, la sobrasada de Mallorca es el producto paradigmático del cerdo negro mallorquín, caracterizado por ser evidentemente negro, con una tonalidad gris pizarra, con las orejas caídas en la dirección del hocico y con un par de ‘mamellas’ en la parte baja del cuello. Este embutido curado de carne de ‘porc negre’, está condimentado con pimienta, pimentón y sal, y es utilizado normalmente para untarlo en el típico ‘pan payés’. Otro producto proveniente del primo hermano del cerdo ibérico, el butifarrón, pero sin duda, menos consumido y apreciado.
Y para finalizar este repaso de las recetas típicas de la cocina mallorquina, su producto estrella y más internacional, la ensaimada. Un postre elaborado a base de agua, harina, huevos, azúcar, masa madre y manteca de cerdo, que locales y foráneos encuentran con facilidad en hornos o panaderías, y que se puede disfrutar en su versión tradicional (sin relleno) y conocida como ‘lisa’, o rellena de cabello de ángel, albaricoques, chocolate, nata, crema, etcétera. Las primeras referencias escritas sobre la ensaimada de Mallorca datan del s. XVII, lo que demuestra que forma parte del acervo cultural e histórico de Mallorca, constituyendo, sin duda, un referente de la repostería de la isla.
Pero si los visitantes quieren degustar otras delicias del Mediterráneo, en las localidades costeras de la isla encontrarán pescado y marisco de excelente calidad que no podría ser más fresco, y en el interior, una excelente oferta de productos de la montaña.