La menorquina Alaior, un paraíso de restos arqueológicos

22/11/2022
En los poco más de 109 kilómetros cuadrados del término municipal de Alaior, se encuentra el poblado talayótico más importante de la isla por su extensión y monumentalidad, la Torre d’en Galmés, pero también destacan la magnífica ‘taula’ de Torralba d’en Salort, la espectacular necrópolis de Calascoves y la joya de la basílica paleocristiana de Son Bou.

Alaior acogerá del 1 al 4 de diciembre el Challenger Final, la última traza de la temporada naranja 2022 que quedará en los anales del pádel. Ningún escenario mejor para ellos que la localidad menorquina que posee una extraordinaria riqueza arqueológica y que da cuenta de la presencia humana en el municipio alayorense desde los inicios de la ocupación humana de la isla, hacia finales del tercer milenio a. C. Así lo atestigua, al menos, el sepulcro funerario de Ses Roques Llises, uno de los dólmenes mejor conservados de las Islas Baleares y una de las construcciones más antiguas de Menorca, construido por sus primeros grupos de pobladores.

Del período talayótico, que se puede situar hacia el año 1500 a. C. y que finalizaría con la conquista romana de Menorca por el cónsul Quinto Cecilio Metelo Baleárico en el 123 a. C., destacan un gran número de poblados, construidos en piedra, como Torre d’en Galmés y Torralba d’en Salort.

Torre d’en Galmés es, de hecho, el poblado talayótico más grande de Menorca con una extensión de 66.240 m2. Su situación, en lo alto de una colina, lo hace extremadamente adecuado para mantener el control territorial de buena parte de la costa sur de la isla. Cronológicamente, perduró desde el período naviforme (1500-850 a.C.), del cual se conserva una construcción subterránea o hipogeo cerca de la zona de recogida de agua, hasta la época romana tardía, aunque también se han hallado restos de época islámica (siglo XII d.C.).

Consta de una zona pública, donde se hallan los tres talayots (1000-700 a.C.), situados en la cima de la colina, y el recinto de la ‘taula’ (piedra colocada verticalmente en el suelo y que soporta otra plana horizontal con la que forma una especie de mesa), junto al talayot central, ya del período postalayótico (650-123 a.C.). El capitel de la taula fue reutilizado como tumba en época romana tardía o medieval.

En la vertiente sur de la colina, se hallan las casas del mismo período, que son circulares y están compartimentadas por muros radiales que convergen en un patio central con cisterna. En un lateral de cada una de las casas, aparecen adosados otros edificios que conservan la cubierta de losas de piedra, sostenidas por columnas, que se emplearon como almacenes o despensas.

La casa más monumental es la conocida con el nombre de ‘Círculo Cartailhac’, fechada en el siglo II a.C., y cuya excavación arqueológica se efectuó en 2008. Y, finalmente, hallamos un sistema de recogida de agua de lluvia formado por aljibes o depósitos de diferentes dimensiones excavados en la roca. El conjunto del poblado debió estar amurallado con una pared que conectaba las casas entre sí, siguiendo una planta irregular.

Por su parte, Torralba d’en Salort es uno de los poblados prehistóricos menorquines de la época talayótica más bellos y mejor conservados. Datado entre los años 1000 a. C. y la época romana, se seguiría utilizando en la época medieval. Está integrado por dos talayots, una taula espectacular, una sala hipóstila de techo sostenido por columnas, varias casas prehistóricas, una muralla ciclópea realizada con grandes piedras y sin argamasa, silos e hipogeos excavados en el subsuelo, así como por una edificación medieval o de época moderna.

En definitiva, un conjunto arqueológico de gran valor, catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), e integrado en la candidatura de la Menorca Talayótica a Patrimonio Mundial de la UNESCO.

Además, durante las excavaciones arqueológicas de estos dos poblados se descubrieron objetos singulares entre los que destacan la figura de bronce del dios egipcio de la medicina y la sabiduría Imhotep (Torre d’en Galmés) y de un toro (Torralba d’en Salort) que se pueden visitar en el Museo de Menorca, en Mahón.

También del período talayótico, Alaior cuenta con vestigio de dos formas de entierro. En una primera etapa, en forma de nave invertida o naveta de planta circular como la de Biniac-L’Argentina o de planta alargada como la de Rafal Rubí, que se utilizaron hacia el 1400 a.C. Para pasar, en una segunda etapa, a cuevas, donde destaca la Necrópolis de Calescoves, una de las más importantes de la isla.

Emblemática y espectacular, tanto por el entorno natural donde se ubica como por la gran cantidad de tumbas que aglutina. La Necrópolis de Calescoves cuenta con un conjunto de unas 90 cavidades excavadas en la roca de las paredes de los barrancos y de la costa, que las comunidades utilizaron para enterrar a sus muertos. Se han constatado varios tipos de cuevas. Dicha necrópolis se usó durante casi unos 1.000 años, entre el siglo XI a.C., y hasta bien entrado el proceso de romanización.

En época romana, a pesar de haber perdido su uso como necrópolis, una serie de inscripciones en las paredes de las cuevas testimonian su valor como lugar de peregrinación. Además, Calescoves fue un importante fondeadero, especialmente entre los siglos IV a.C. y VI d.C., donde llegaban barcos de las entonces principales potencias comerciales del Mediterráneo.

Tras la conquista romana de Menorca (123 a. C.), el peso económico de la isla se desplazó desde los asentamientos interiores como el de Alaior hacia los portuarios (Mago/Maó, Iamo/Ciutadella y Sanisera/Sanitja). Este hecho no implicó, sin embargo, el abandono total de los poblados talayóticos, que, dados los escasos restos arqueológicos encontrados, sin duda debió reducirse durante las épocas bizantina (534) e islámica (903).

Por contra y cronológicamente situada en los siglos V-VI d.C., cabe destacar otra de las joyas prehistóricas de Alaior, la basílica paleocristiana de Son Bou, uno de los monumentos de mayor tamaño y de mayor calidad estructural de entre las iglesias que se conservan de ese período. Situado en el extremo este de la playa del mismo nombre, es uno de los edificios religiosos más antiguos de la isla y su origen podría provenir de las influencias extranjeras venidas de Oriente y África.

Orientada de este a oeste, presenta una planta rectangular de 21×11 m, con tres naves separadas por pilares y un pórtico, una cabecera tripartita y un pequeño vestíbulo o nártex de 11×2,75 m, desde donde los que todavía no habían sido bautizados, los catecúmenos, podían participar en los oficios litúrgicos. La pared recta de la cabecera, que no sobresale, es una de las grandes similitudes de esta planta con las norteñas de Siria de mediados de siglo VI.

La pila bautismal, formada por un monolito cilíndrico al exterior y en forma de cruz en el interior, algo poco usual en las basílicas menorquinas, originalmente debía de estar en los pies, pero se conserva actualmente en el compartimento izquierdo de la cabecera, en la parte norte. El pavimento de la basílica es de mortero.

Todo el edificio está limitado por un rectángulo. Y en el exterior de la basílica, una auténtica necrópolis de tumbas excavadas en la roca, enterramientos muy simples y otras construcciones probablemente monacales.

En 1287 y tras la conquista catalano-aragonesa de Menorca por parte del rey Alfonso III, la población de la isla se concentró en los pueblos. Fue entonces cuando se comenzaron a crear los lugares que conforman la fisonomía del campo menorquín. Muchas de estas explotaciones agrarias alayorenses se encontraban al lado de antiguos asentamientos prehistóricos y aprovechaban las mismas tierras para el cultivo y el ganado. Pero ya nadie habitaba las construcciones talayóticas de Alaior.

Compartir

Compartir

Compartir

Suscríbete a nuestras noticias

¿Quieres recibir todas nuestras noticias sin excepción?

Únete a la comunidad WPT Challenger y estarás al día de lo que se cuece en la pista y en sus alrededores.

Ultimate Padel Company, SL (UPC) es la Responsable del tratamiento de tus datos, con la finalidad de gestionar tu inclusión en la comunidad WPT Challenger y de remitirte comunicaciones con novedades, promociones y nuevos servicios. Tienes derecho de acceso, rectificación, supresión, limitación, oposición al tratamiento y portabilidad. Puedes ejercitar tus derechos en challenger@wptchallenger.com.  Más información en nuestra Política de Privacidad

Calendario Challenger 2022

Los Challenger 2022 ya tienen calendario y sedes, y presentan grandes novedades

02/02/2022

Seis serán las pruebas Challenger en disputa durante 2022, cinco torneos en los que tomarán parte los jugadores a partir del ranking 13 y las jugadoras desde el ranking 9, y un ‘Challenger Final’, reservado a los 8 mejores jugadores y jugadoras de la temporada del ‘circuito naranja’. Entre las sedes, Getafe (Madrid), Mallorca y Toledo se estrenan, mientras Albacete, el Bajo Aragón y Valencia, escenario del Challenger Final, repiten. Y, entre las novedades, más puntos ranking en juego, mayor dotación económica en premios y un día más de retransmisiones, el jueves con los partidos de 1/8 de final.