El monumento al Sagrado Corazón que puede contemplarse hoy en día es réplica de uno anterior inaugurado en 1919 por el rey Alfonso XIII. Edificado con las aportaciones de miles de españoles, la imagen de Jesús fue una donación particular.
El monumento era todo de piedra caliza en tonos ligeramente amarillentos. Contaba con dos grupos de esculturas laterales, uno de los cuales representaba a la ‘Humanidad santificada‘ y el otro a la ‘Humanidad que tiende a santificarse’. En su conjunto, tenía una altura de 28 m, incluida la figura, a la que correspondían 9 m desde el plinto. El ancho era de 31,5 m y, de fondo, tenía 16 m. Y en su construcción se emplearon 882 toneladas de piedra de Almorquí de la comarca alicantina de Medio Vinalopó.
Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, por defender y guardar el monumento de posibles atentados, eran asesinados cinco hombres. Al poco, milicianos del bando republicano ‘fusilaban’ la imagen de Jesús y procedían a la destrucción del conjunto escultórico. Primeramente a mano, pero, dada la dureza del material, tuvieron que recurrir finalmente a la dinamita. Una vez el monumento fue reducido a ruinas, el cerro cambió de nombre y pasó a llamarse Cerro Rojo hasta el final de la guerra.
Finalizada la contienda, el régimen franquista recuperaba su nombre original y daba orden de construir, en el mismo lugar que ocupaba el original, un nuevo monumento, réplica del anterior, que comenzó a edificarse en 1944. La imagen del Sagrado Corazón de Jesús (11,50 m) y su pedestal (26 m) fueron, de nuevo, obra de su anterior escultor, el segoviano Aniceto Marinas. Mientras los grupos escultóricos de la base los firmaba el sevillano Fernando Cruz.
Las figuras que los componen tienen algo más del doble del tamaño natural. Los dos grupos de la parte delantera son repetición, aunque de distinto estilo y orden de las figuras, de los que existían en el monumento antiguo: la ‘Iglesia militante’ y la ‘Iglesia triunfante’. Y los dos grupos de la parte posterior representan la ‘España defensora de la fe’ y la ‘España misionera’.
Este nuevo monumento fue inaugurado en 1965 y, diez años más tarde (1975), se abría también la cripta. Piso subterráneo dedicado al culto que no existía en el proyecto originario.
El monumento muestra a Cristo con los brazos abiertos, invitando a todos los hombres y mujeres a ir hacia él, y está rematado con la leyenda ‘Reino en España’. Del anterior se conservan, tan sólo, la base y el arranque del pedestal. Y las ruinas fueron trasladadas al lugar que hoy ocupan para dejar despejado el solar de la nueva construcción.