Alfafar avanza entre la modernidad y la tradición

12/10/2021
La moderna Alfafar cuenta con una de las zonas comerciales más potentes de toda España. Y, en la actualidad, basa su economía en el sector servicios, pero no siempre fue así. Su tradición agrícola y, sobre todo, arrocera aún hoy perduran, adentrándose, eso sí, en la Albufera, uno de los grandes atractivos turísticos de una localidad que acoge, hasta el 17 de octubre, el TAU Cerámica Alfafar Challenger

El valenciano Alfafar es hoy un municipio con más de 21.000 habitantes y enclavado en la comarca de la Huerta Sur o Huerta Albufera, que reúne a diecinueve localidades más.

En la actualidad, los/as alfafarenses trabajan en el sector servicios de comercio, transporte y hostelería, principalmente. En la antigüedad, sin embargo, Alfafar fue una pequeña comunidad rural o alquería musulmana. Conformada por una o varias familias, éstas se dedicaban a explotar las tierras de los alrededores, así como a la pesca, debido a la proximidad con el lago de la Albufera.

El nombre del municipio procede del árabe ‘Al Hofra’, que significa camino o vereda de hoyos o fosos. Fosas que se han encontrado en tiempos bastante recientes durante la realización de diversas obras en el centro del pueblo.

Concretamente, en una esquina de la plaza del País Valencià aparecieron galerías a una profundidad de cuatro a cinco metros. Y en ellas, se encontraron diversos trozos de cerámica que se cree que datan de los s. IX o X, lo que da idea de la antigüedad de enclave.

El término ‘Al Hofra’, por corrupción y uso de la palabra, fue convirtiéndose sucesivamente en Alfolfar y Alfofar, hasta llegar al actual Alfafar. De hecho, en el ‘Llibre del Repartiment’, de Jaime I de Aragón, más conocido como ‘El Conquistador’, hay constancia de donaciones, en junio de 1238, justo antes de la conquista de Valencia cuyas capitulaciones se firmaron el 9 de septiembre de ese año, de casas y tierras “a gentes de sus huestes en Alqueriam d’Alfofar”.

En enero de 1347, el rey Pedro IV ‘el Ceremonioso’ -cuñado y sobrino lejano de Jaime III de Mallorca, a su vez, bisnieto de Jaime I-, dona todas las tierras ‘d’Alfofar’ a Don Pedro Boil, “caballero principal del reino de Aragón”, convirtiéndolas en señorío el 14 de febrero de 1363. Su familia las heredaría y ejercería sobre ellas el régimen señorial, tan característico de Antiguo Régimen en España, hasta su abolición por la Constitución de 1812.

Patrimonio histórico

Aunque se conservan pocas edificaciones antiguas, por la localidad alfafarense debió pasar, sobre los años 8 y 2 a.C., la Vía Augusta, la calzada romana más larga de Hispania (1.500 km), y que, bordeando el Mediterráneo, unía los Pirineos con Cádiz.

Sin embargo, el edificio histórico más antiguo del municipio es, sin duda, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Don. 

Una leyenda local atribuye al rey Jaime I el nombre de la patrona de Alfafar. ‘El Conquistador’ habría acampado en tierras alfafarenses durante la conquista de la ciudad de Valencia (s. XIII), cuando siete estrellas bajaron del cielo para indicarle dónde se ocultaba la imagen de la virgen. Entonces, rl rey asombrado habría exclamados: “Oh gran Do! (Oh gran Don!)”. De ahí, Nuestra Señora del Don.

Pues bien, la construcción de esta iglesia se inició en 1736 con aportaciones del propio pueblo. Y se abrió al culto en 1748. Cuenta con una torre campanario de tres cuerpos y reloj, mientras que el templo es de tres naves con crucero, cúpula y capillas laterales. El templo es un ejemplo del barroco popular valenciano.

El ayuntamiento de la localidad o Casa de la Vila, situado enfrente de la iglesia, es otra de sus joyas patrimoniales. Datado a finales del s. XIX, se edificó según los planos de Sebastián Monleón y Estellés (1815-1878), autor de la plaza de toros de Valencia. En su interior, puede verse el lienzo del pintor cubano Armando Menocal titulado ‘La jura de Santa Gadea’ (1887), que recoge el acontecimiento legendario ocurrido en diciembre de 1072 en la iglesia burgalesa de Santa Gadea.

Cabe destacar, igualmente, el edificio del Sindicato Arrocero o Sindicat Arroser, que se levanta en la confluencia de las calles Sant Gaietà, Ortega y Gasset. 

Construido en 1928, probablemente a manos de un de maestro de obras local formado en el eclecticismo ochocentista, se presenta ante los viandantes ‘abarrocado’ y algo ostentoso en el sencillo entorno local. Actualmente, alberga la biblioteca municipal y es un gran ejemplo de los centros de ocio privado que florecieron en los años 20.

Y, cómo no, situado en la plaza Mayor alfafarense, el Monumento al Agua (Monument a l’aigua). De principios del s. XX, incluye figuras a tamaño natural que representan la huerta valenciana y a unos niños jugando.

Por último, el Bien Inmueble de Relevancia Local (figura jurídica de protección del patrimonio cultural de la Comunidad Valenciana), la Alquería del Pi. Más conocida como ‘la de Sapatos’, se localiza en el cruce de las calles Blasco Ibáñez y dels Furs. Se construyó como defensa de personas y bienes, como demostrarían las almenas que aún se conservan y la garita ya desaparecida.

Entorno natural

Pero, para los/as amantes de la naturaleza, Alfafar se asoma al Parque Natural de la Albufera o simplemente a La Albufera, también conocida por los romanos como ‘Nacarum Stagnum’ (‘Lago nacarado’) o por lo poetas árabes como ‘Espejo del sol’.

El Parque Natural de la Albufera constituye uno de los humedales costeros más representativos y valiosos de la Comunidad Valenciana y de la cuenca mediterránea, donde practicar la observación de la naturaleza. Durante todo el año, la gran biodiversidad de este espacio natural protegido permite observar una importante variedad de fauna y flora.

Con una superficie de 21.120 hectáreas, engloba, además de a Alfafar, a los municipios valencianos de Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, Beniparrell, Silla, Sollana, Sueca, Cullera, Albalat de la Ribera y Algemesí.

La Albufera fue declarada parque natural por la Generalitat Valenciana el 8 de julio de 1986, y desde 1989 está reconocida como ‘Humedal de importancia Internacional’, especialmente como hábitat de aves acuáticas. Además, es parte integrante de la Red Natura 2000, al haber sido declarada, en 1990, como ‘Zona de especial protección de las Aves’ (ZEPA) y seleccionada, desde 2001, como ‘Lugar de Importancia Comunitaria’ (LIC). También, algunas partes de su ámbito han sido declaradas como ‘Microrreserva de Flora’ y como ‘Reserva de Fauna’.

El valor ecológico de la Albufera es muy grande, ya que en ella aún viven algunas especies en peligro de extinción, como el los peces fartet o samarugo. Además, es una de las pocas lagunas costeras someras (profundidad media de 1 m), que se conservan en buen estado en la Comunitat Valenciana, cuya costa antiguamente estaba formada por una sucesión de albuferas y marjales (terreno bajo y pantanoso cercano al mar). 

El marjal de la Albufera está dedicado prácticamente en su totalidad al cultivo del arroz desde tiempos inmemorables. Y, claro, fue el escenario elegido por el gran escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez, para escribir en 1902 su inolvidable novela ‘Cañas y barro’, ambientada a principios del s. XX. Quién no recuerda la desesperada llamada de Neleta a Tonet “Percha Tonet,… percha!” y que tan famosa hiciera su adaptación televisiva en 1978.

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