Aunque se conservan pocas edificaciones antiguas, por la localidad alfafarense debió pasar, sobre los años 8 y 2 a.C., la Vía Augusta, la calzada romana más larga de Hispania (1.500 km), y que, bordeando el Mediterráneo, unía los Pirineos con Cádiz.
Sin embargo, el edificio histórico más antiguo del municipio es, sin duda, la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Don.
Una leyenda local atribuye al rey Jaime I el nombre de la patrona de Alfafar. ‘El Conquistador’ habría acampado en tierras alfafarenses durante la conquista de la ciudad de Valencia (s. XIII), cuando siete estrellas bajaron del cielo para indicarle dónde se ocultaba la imagen de la virgen. Entonces, rl rey asombrado habría exclamados: “Oh gran Do! (Oh gran Don!)”. De ahí, Nuestra Señora del Don.
Pues bien, la construcción de esta iglesia se inició en 1736 con aportaciones del propio pueblo. Y se abrió al culto en 1748. Cuenta con una torre campanario de tres cuerpos y reloj, mientras que el templo es de tres naves con crucero, cúpula y capillas laterales. El templo es un ejemplo del barroco popular valenciano.
El ayuntamiento de la localidad o Casa de la Vila, situado enfrente de la iglesia, es otra de sus joyas patrimoniales. Datado a finales del s. XIX, se edificó según los planos de Sebastián Monleón y Estellés (1815-1878), autor de la plaza de toros de Valencia. En su interior, puede verse el lienzo del pintor cubano Armando Menocal titulado ‘La jura de Santa Gadea’ (1887), que recoge el acontecimiento legendario ocurrido en diciembre de 1072 en la iglesia burgalesa de Santa Gadea.
Cabe destacar, igualmente, el edificio del Sindicato Arrocero o Sindicat Arroser, que se levanta en la confluencia de las calles Sant Gaietà, Ortega y Gasset.
Construido en 1928, probablemente a manos de un de maestro de obras local formado en el eclecticismo ochocentista, se presenta ante los viandantes ‘abarrocado’ y algo ostentoso en el sencillo entorno local. Actualmente, alberga la biblioteca municipal y es un gran ejemplo de los centros de ocio privado que florecieron en los años 20.
Y, cómo no, situado en la plaza Mayor alfafarense, el Monumento al Agua (Monument a l’aigua). De principios del s. XX, incluye figuras a tamaño natural que representan la huerta valenciana y a unos niños jugando.
Por último, el Bien Inmueble de Relevancia Local (figura jurídica de protección del patrimonio cultural de la Comunidad Valenciana), la Alquería del Pi. Más conocida como ‘la de Sapatos’, se localiza en el cruce de las calles Blasco Ibáñez y dels Furs. Se construyó como defensa de personas y bienes, como demostrarían las almenas que aún se conservan y la garita ya desaparecida.