Pasé de menores a categoría absoluta y estaba contenta con los resultados que estaba obteniendo, pero también veía que de ninguna manera se podía vivir del pádel. Del pádel sólo vivían las muy muy muy de arriba, las que ganaban todos los torneos, el resto no podía dedicarse profesionalmente al pádel.
También vi cómo las carreras de muchos compañeros/as de menores muy destacados se veían truncadas por las lesiones. Y yo no quería que eso me pasara a mí. Yo quería asegurarme una vida profesional que fuese más segura y, por eso, decidí hacer medicina.
Y lo decidí con todo. Dejé completamente el pádel. Me dediqué por completo a la medicina, porque creo que hay que dedicarle el 100%. Es una carrera muy dura, a la que se la dedica muchas horas y hay que salir bien formado.
Mientras estudiaba la carrera, en ningún momento, me planteé volver a jugar al pádel. De hecho, creo que jugué un partido al año en los cinco o seis años de carrera. Y yo pensaba que no iba a volver a jugar.
Cuando terminé la carrera, hice el examen MIR, tuve unos meses de vacaciones, era 2019, llevaba muchos años sin jugar y fui jugando un poquito más y me dije, bueno, voy a apuntarme a un torneito.
Empecé en un torneo de club, jugué ‘la madrileña’, vi que no se me había olvidado del todo, luego pedí mi única ‘wild card’ para World Padel Tour y me la concedieron.
Fue una experiencia superbonita. Fue como empezar, otra vez, toda la competición desde cero, como si yo nunca la hubiera jugado.
La verdad que fue muy bonito vivir esa experiencia de 2019-2021. De no jugar nada a jugar poco a poco en torneos menores, luego jugar al máximo nivel en el circuito profesional. Empezar en preprevia con un ‘wild card’, subir a previa, llegar a cuadro y, ahora, estar ahí en el límite, intentando luchar por mantenerme al ladito, justo por debajo, de las ‘top’ y procurar hacerlas partido. Ese mi objetivo ahora.
Fue increíble revivir todo de nuevo otra vez. No sé si habrá mucha gente que lo haya vivido, pero fue superbonito.